7 sencillas estrategias para convertir el aula en un espacio inclusivo

“Un modelo que habla de modificar el contexto en lugar de modificar al individuo, que percibe la diversidad como una parte más de la realidad humana y que valora y aprende con las diferencias”, estas son las características que Coral Elizondo Carmona (profesora licenciada en psicología y Directora del Centro Aragonés de Recursos de Educación Inclusiva en España), le otorga a un tipo de educación que es inclusiva. Hoy, la necesidad de pensar en un modelo como el que describe la docente es una tarea urgente en todas las escuelas y salas de clase que buscan el bienestar de todos y cada uno de sus estudiantes, estudiantes que interactúan entre ellos y que sin duda, al formarse en espacios con aquellas características, pueden convertirse en actores de la transformación sociales.


De la mano con esta idea, el psicólogo experto en autismo y responsable de un proyecto llamado Plena Inclusión Javier Tamarit, asegura que para que un espacio educativo sea inclusivo es necesario que todos entiendan que el ser humano por naturaleza debe interactuar y relacionarse con su entorno. Así, una escuela inclusiva tiene que construirse bajo esa mirada, una mirada que integra, que fomenta la interacción entre pares y que atiende las necesidades de cada alumno por igual, sin etiquetar, resaltando las fortalezas de todos y entendiendo el progreso de cada niño como una posibilidad real. ¿Cómo llegar a eso? Estas son algunas estrategias sencillas para dar el primer paso:

1. Conocer a tus alumnos
Este es el paso número uno para entender las necesidades de cada estudiante. Conocer a los estudiantes es una forma de entender su mirada, su contexto, sus dificultades y sus fortalezas y por ende, es una estrategia clave para crear espacios que apuntan hacia la inclusión. Todos tus estudiantes son diferentes y entenderlo es fundamental para cumplir este objetivo.

2. Transmitir y creer
Entender las diferencias y aceptarlas como parte del enriquecimiento del aula es clave. Pero más importante aún es creer realmente en esto y saber transmitir los aspectos positivos de dichas diferencias para que los mismo estudiantes saquen provecho de esto y entiendan que no hay nada de malo en ello.

3. Metodologías activas
Estas metodologías promueven la participación de todos los estudiantes y fomentan el trabajo colaborativo y el pensamiento crítico, lo que convierte a los estudiantes en los protagonistas de su propio aprendizaje.

4. Los actores principales
De la mano con el punto anterior, para crear salas inclusivas es importante convertir a los estudiantes en los actores principales del aprendizaje. Una buena forma de hacerlo es permitiéndoles opinar con respecto al tipo de actividades que les gustaría realizar en clase.

5. La comunicación
No sólo es necesario conocer a todos los estudiantes, también es importante mantener una comunicación constante y efectiva con todos. Para eso, debes buscar espacios de diálogo que te permitan entender aún más sus necesidades, impresiones, preocupaciones y opiniones. Ellos son los que más te pueden ayudar a la hora de medir las dinámicas del trabajo inclusivo.

6. Metas alcanzables
El aprendizaje debe ser un desafío, pero uno realizable. Pensando en las capacidades de cada uno de los estudiantes, se deben pensar en objetivos que todos ellos, sin excepción alguna, puedan efectivamente comprender y realizar.

7. Las familias
Conocer a los estudiantes también significa conocer a sus familias. Ellos son una pieza clave del aprendizaje y un recurso muy valioso al pensar en un aula inclusiva. No te olvides de forjar relaciones de confianza con ellos pues son una parte esencial en la vida de tus alumnos.
¿Cuáles son tus estrategias?



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